Narrativas Culinarias

Amorcito Corazón de los Milagros

Amorcito Corazón de los Milagros

Vita Giorgi, nació en Sicilia, la primogénita de cuatro hermanos y la única niña.  La nombraron asi por que el patrono del lugar: San Vito.

Tenia unos grandes ojos verdes un poco saltones, como si quisieran brincar y ver mas allá de lo obvio o evidente. Su pelo siempre negro y ondulado, brillante y esponjoso. Reía a carcajada limpia, casi que se ahogaba entre su risa. Siempre dispuesta a la aventura, sobre todo si era en camión o en metro, para ver una exposición de arte o para comer un manjar. 

   Me imagino a Vitina (asi la llamaban sus amigas) de niña, traviesa, descubriendo el mundo después de desambarcar en USA, en Missouri.   Una foto de su padre cuelga en la pared de su casa se ve un hombre apuesto y elegante, ella platicaba mucho de él y de su madre a la cual  Vita visitaba a menudo, pero siempre en camión. Vita le tenía terror a los aviones y al menos que fuera estrictamente necesario tomaba uno.

    Vivió en México en los años sesentas, cuando la generación de la ruptura estaba en pleno apogeo. Era amiga de los grandes maestros de aquella epoca: Francisco Corzas y Bianca, Las hermanas Pecanins( Maria Teresa, Ana Maria y Montse), Brian Nissen, Berta y Jose Luis Cuevas, Jaime Saldivar (el cual adoraba y disfrutó contando sus andares con él por México), Conchita Solana, Icaza y por supuesto mis padres: Arturo y Lila Lomeli.  En esa época recuerdo que todos se entusiasmaban cuando ella preparaba su espaguetti a la siciliana: una salsa hecha a base de muchas hojas de  albahaca y jitomate fresco con ajo y espolvoreada de queso parmesano.

En los años setentas vivió en  Massachusetts y luego en la excitante ciudad de  Nueva York, donde adquirió un departamento en Soho en la calle Spring.  Como muchos artistas en aquella época compró un enorme “loft” que antiguamente había sido una maquiladora de ropa. Creo que vivía en un cuarto o quinto piso, tenía unos grandes ventanales, un hermoso y brillante piso de madera, y en medio  una tarima y en medio su cama rodeada de cortinas, como se fuera la cama de un reina. En la esquina de luminosa  estaba su caballete y su tórculo y en la esquina  oscura la cocina y su mesa de marmol rosa.

Llegué a Spring Street llena de sueños queriendo estudiar pintura y trabajar de pinche de cocina, ella me recibió con mis sueños y me enseñó su mundo, me mostro a la ciudad que más amaba, y yo quedé flechada.  

   Regrese con mis niños algunos años despué y  para ese entonces Vita se había mudado a la calle 104, en el corazón de El Barrio… que aventura…. En Soho las galerias se volvieron tiendas de lujo, se lleno de restaurantes caros y los pintores y artistas migraron. El Barrio a principio de los noventa era un poco sucio y escandaloso me daba un  poco de miedo, pero asi llegue a quedarme con ella con mi madre y mis hijos un mes. Y asi con aquel calor y aquella humedad, bailamos al ritmo del son caribeño, aprendimos del mofongo y del pernil… descubrimos a pintores latinoamericanos,  supimos como ir a todos los museos de NY y no pagar la entrada, comer delicioso con 10 dólares, comprar ropa de 2 dólares en la tercera avenida. Mis hijos aprendieron a usar el metro y  a dormir en los sillones. Vita les permitia todo, llorar, correr, gritar…Nos cuido, nos paseo, nos recibió en su casa, sin condiciones, con los brazos abiertos, el corazon caliente y con su Amorcito corazón de los Milagros.

   

Con Vita Giorgi, pinté 

                              comí comida Afghana, 

Fuí a Brigthon Beach a comer comida rusa y comprar pasteles,

Fuímos a Queens por comida española y como ella decia ,-Juana, te voy a llevar a este viejo lugar español o a este viejo lugar italiano-

Comimos todo: Griego, japones, turco, mexicano, judio, polaco…

Con la Vitina comimos sopa de pata de res con mucho jitomate y nos chupamos todos los huesos, hasta sacarles jugo.

Pedimos miles de alas fritas con los chinos  de la esquina y hasta los dientes me rompi.

Recorrimos la ciudad para encontrarlos los mejores canolis.

Fuimos los domingos a aquel viejo lugar en china town a comer dim sum… y nos comimos las tripas y  la pancita,  y los caracolitos que sacabamos con alfileres.

Fuimos a exposiciones que disfrutamos y otras que sencillamente explotamos a carcajados de lo ridículo.

Me enseñó a ver el arte con otros puntos de vista y por todos los ángulos.

Aprendi que el carpaccio se llama así por el rojo que utilizaba un pintor llamado Carpaccio.

Aprendimos  que nuestros parque favorito de Central Park es el jardin de rosas de la calle 104.

Aprendí a reírme hasta del dolor.

Aprendi a pintar con tres colores.

Vita era libre, por eso pintaba ángeles, por eso soñaba con extraterrrestres y sufría por los desterrados. Vita era una de las personas más generosas que he conocido. Vita era libre porque estaba libre de prejuicios y de ideas absurdas, era libre porque no pretendía mas que ser y estar. 

Vita se fué y si nos dejo mudos… y ahora esta en la luz y desde su luminosidad esta con sus ángeles y sus extraterrestres… será de nuevo joven y sensual y de nuevo comerá  como pelón de hospicio.

Vita muchas gracias por darme un espacio en tu mundo y en tu corazón.

 

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