Pollito al horno con uñas pintadas
En la semana dedicada a la lucha de las mujeres una amiga nos invito a su salón de belleza. Que lindo suena eso de salón como si esta es una gran sala de baile, donde las mujeres desfilamos y otras mujeres te embellecen entre pelos parados y mojados, con nuestras cabezas untadas de elixires, llamados tratamientos de cabello, tintes morados y rubios, o plásticos y papeles de aluminio para los rayos. Las mujeres no solo luchamos por la libertad, por ser, por opinar, al mismo tiempo nos pintamos las uñas, nos hacemos hoyos en las orejas, nos tatuamos cejas y ojos, nos volvemos "esclavas de la belleza", en un camino inútil para ser atractivas a nuestros maridos, novios, novias, amantes... En nuestra era cuando la mujer es más libre esta más aprisionada en su "ser bella y joven; inteligente y sensible; trabajadora y exitosa; amante perfecta; madre ejemplar; comprensiva y compasiva" Queremos ser todo, queremos ser hombres y mujeres a la misma vez; queremos trabajar 12 horas diarias y tener un cuerpo de escultural, nunca perder la postura; vestirnos a la moda... atrapadas en un mundo de consumo que no saciaremos jamás.
Pero, en este, mi corazón soñador, cuando llegue a estos elegantes y coquetos salones de embellecimiento me siento una reina. Todos te adulan, no importa si eres vieja o joven; ahí tu mandas y tus deseos son órdenes. Te ofrecen café, champagne, té, agua, lo que tu gustes y mandes. Te sientas en un trono y te lavan el pelo con masaje incluido, te masajean manos y pies, hacen como que te quieren y eres la personita mas importante del universo. Como no amar ir al salón.
Mi madre me llevaba a un salón desde niña y me hacían unos chongos (que no eran zamoranos) que creo que eran más altos que yo. Yo salía cual princesa con la cabeza erguida y en balance porque mi chongo pesaba tanto que la cabeza se me iba de lado. Aún guardo la foto de ese gran y alto peinado, me lo hicieron para los 80 años de mi bisabuela. Una bisabuela que apenas supe como era, siempre estaba sentada en una silla tejiendo y no tenía dientes y se reía y se tomaba sus cubas.
Ayer, como señoras de otro tiempo, nos sentamos y nos dejamos seducir y así entre mimosas, cafés, pastelitos, tratamientos y pistolas de pelo, abrimos nuestros corazones, platicamos de nuestros proyectos, de los hijos, de la vida y del amor. El salón de belleza es el medio por el que las mujeres olvidamos nuestras necesidades amorosas y nuestros fracasos, para sentirnos REINAS, y ese instante sabe a gloria porque por un momento los problemas y preocupaciones se van y te dejas llevar por la belleza de la amistad.
Pollito al horno
Ingredientes :
1 pollito de aproximadamente 1.5kg, 4 dientes de ajo exprimidos, 1 cucharada de sal de grano, 1 cucharada de chile guajillo en polvo, el jugo de tres limones, 1 barra de mantequilla de 90 gramos a temperatura ambiente, 4 ramas de apio con hojas, dos cebollas de rabo con rabo, 1 taza de vino blanco.
Preparación:
Limpiar el pollo, Mezclar ajo, limón, sal y chile con la mantequilla a formar una pasta. Untar la pasta por dentro de la piel del pollo y algo por fuera. En una charola para hornear pequeña y con altura acomodar una cama de apio y cebollas, poner el pollo, vierte el vino. Tapa con papel aluminio hornea a 150oC el pollo por aproximadamente 2 horas. Cuando este cocido, destapar y dorar. Sirve con papitas o pure de papas y ensalada.